domingo, 27 de mayo de 2018

Autenticidad y compañía

Beatriz Martin Vidal
Por increíble que parezca, en los tiempos que vivimos, la era de la comunicación constante, rápida y efectiva, donde tod@s tenemos un móvil, varios perfiles sociales y una prácticamente inagotable tarifa de datos, estamos perdiendo nuestra capacidad para establecer relaciones y hacernos entender. ¿Cómo es esto posible? Parece que la tecnología no acaba de ser la solución a nuestros dilemas humanos. ¿Y cuál es el mayor problema en el ser humano? Vivir feliz, lo cual depende en gran medida de la capacidad para entrar en contacto con l@s demás y sentirse satisfech@ de ello. Nos quejamos de la falta de solidaridad, del egoísmo, de que "nadie escucha" o de lo difícil que es convivir... ¿La solución?: vamos a apostar por el conocimiento.


El pilar básico de la comunicación es ser consciente de un@ mism@, esto implica que tengo la capacidad de darme cuenta de qué necesidades intento cubrir cuando entro en contacto con alguien. En muchos conflictos lo que nos encontramos es con que no sabemos qué nos está sucediendo a nosotr@s mism@s: es algo que precede al diálogo con el otro, y es el diálogo interno: lo que me digo a mi mism@. Mi autoestima, la idea preconcebida sobre lo que puedo esperar del mundo y de las personas que me rodean...,  no son sólo creencias, son sentimientos y pasiones.



Para adquirir este conocimiento, que no es otro que la consciencia personal, no solo es crucial afrontar cómo se sienten los demás conmigo (lo cual muchas veces nos angustia tanto que ni lo queremos saber), sino también aprender a autoanalizarme.

Los espacios grupales (destinados tanto a la colaboración como al ocio) suelen ser conflictivos, pero no debemos renunciar a ellos puesto que son un lugar privilegiado para encontrarnos a nosotr@s mism@s en el espejo de l@s compañer@s. No es extraño que repitamos una y otra vez los mismos errores y nos enfrentemos al mismo malestar emocional, pero no debemos ceder al desaliento, no debemos aislarnos ni conformarnos con las "pseudorelaciones" que ofrecen las redes sociales. El conflicto es oportunidad de autoanálisis y aprendizaje vital.


De nuestro entorno hemos aprendido cómo construir y cómo destruir, hemos heredado de los nuestros sus orgullos y temores. Pero ahora somos adultos y el reto se plantea: ser persona desde mis auténticas necesidades y mis propios valores, orientarme teniendo en cuenta tanto mis debilidades como mis fortalezas, y dar a los que me rodean lo que honestamente puedo y deseo dar. "Hacerse mayor" es saber decir adiós, a lo “sabido” que ya no funciona, a lo "familiar" que ya no puede ser...



Cuando conseguimos "depurar" nuestros diálogos internos y nos conducimos a nosotr@s mism@s con honestidad y cariño, hemos dado el primer paso hacia la comunicación plena y eficaz. Pero esto no es todo, justo delante de nosotr@s hay otro mundo, el irrepetible mundo de "el otro": ¿sabemos escuchar? ¡Cuantísimas veces una actitud defensiva nos impide enriquecernos de nuestras diferencias! ¿Desde dónde escucho?: desconfianza, prepotencia, desesperanza... ¿Cómo interpreto lo que me dicen?: como una crítica, una ayuda, una manipulación... ¿Tengo en cuenta el modo de ser del otro?: sus limitaciones, sus necesidades, sus virtudes...


Sentirnos auténticos en compañía de los demás hace que podamos compartir nuestra vida y que esta adquiera un sentido imposible de construir en soledad. Por eso independientemente de lo difícil o hasta imposible que a veces sea, entenderse merece la pena.